Blue Beauty es el movimiento cosmético que busca hacer frente a la creciente escasez de los recursos hídricos en el mundo; y viene a complementar las tendencias centradas en la preservación del medio ambiente.
Frente al cambio climático y la urgencia de reducir el impacto de la actividad humana en el planeta, la sostenibilidad está marcando el rumbo de todas las industrias a nivel mundial.
En la industria cosmética, las tendencias Green Beauty y Clean Beauty han crecido en las preferencias de los consumidores. Y particularmente en el contexto de la pandemia han ganado más adeptos.
Para dejar claras las diferencias, la Green Beauty o Belleza Verde es como un paraguas que engloba a la cosmética natural y eco- responsable, según explica María José Gea, directora de Contenido de Mentactiva, escuela española online de formación para la industria cosmética.
Esta tendencia se centra en el uso de materias primas de origen natural con base en ciertos estándares, como puede ser la ISO 16128. Su principal enfoque está en el índice de naturalidad, pero también en el impacto de los envases y del proceso productivo de los cosméticos.
Por otro lado, Clean Beauty o Belleza Limpia pone un elemento adicional, pues no sólo considera el impacto medioambiental, sino también la seguridad, la eficacia y la inocuidad del producto cosmético. Se caracteriza por fórmulas con pocos ingredientes y un perfil toxicológico transparente, que no deja duda de sus efectos en la salud de la persona.
La huella hídrica de los cosméticos
María José Gea destaca que para entender la tendencia Blue Beauty o Belleza Azul, lo primero es reflexionar sobre el impacto de la industria cosmética en los recursos hídricos, que son cada vez más limitados en el mundo.
Actualmente el agua es una parte muy importante en la mayoría de las fórmulas cosméticas. Puede suponer hasta 90% de la composición de un gel o un champú, y entre 60 y 80% en la de una emulsión.
Pero más allá del producto en sí, el vital líquido se utiliza para la limpieza del equipo de laboratorio y de la maquinaria. Es un elemento fundamental en el proceso productivo, pero también en otras etapas del ciclo de vida de los productos cosméticos.
Así, aunque la cosmética natural se considere más amigable con el ambiente, también tiene un impacto hídrico. El proceso de fotosíntesis de las plantas, de donde provienen la mayoría de los ingredientes naturales, requiere de agua, igual que los cultivos agrícolas para obtener esas plantas.
En la etapa de consumo, los productos cosméticos y de cuidado personal que necesitan enjuague, son los que más agua demandan. Y los que no se enjuagan, también tienen un impacto. Al mismo tiempo, algunos componentes de las fórmulas cosméticas quedan retenidos en los lodos de las estaciones de depuración de aguas residuales, mientras que otros llegan a los ríos o al océano.
“La huella hídrica es el volumen total de agua dulce utilizada para producir bienes o servicios consumidos por un individuo o una comunidad (…). Es un indicador del impacto ambiental que se puede valorar a nivel individual, a nivel de producto, de una empresa, una comunidad, una región, municipio o país”, explica María José Gea.
Esta huella incluye el consumo del vital líquido desde el diseño, los materiales, las plantas y la producción, hasta la distribución, el consumo y el posconsumo de un producto. Hoy en día existen dos métodos de referencia para calcular la huella hídrica. Uno es la ISO 14046:2014 y el otro es el método de la organización Water Footprint Network.
La tendencia Blue Beauty no sólo busca un bajo impacto ambiental, sino impulsar iniciativas que generen un impacto positivo en el entorno. El movimiento ‘Azul’ busca soluciones desde la industria para reducir la huella hídrica y, en consecuencia, mitigar la degradación de ríos, lagos, mares y océanos.
¿Cómo ser una marca cosmética más ‘azul’ con Blue Beauty?
Las marcas interesadas en entrar en la tendencia Blue Beauty, deben saber que más allá del valor reputacional, se pueden obtener otros beneficios. Al respecto, la especialista de Mentactiva destaca la reducción de costos en producción, distribución y envases, así como un alza en ventas por ser una marca ‘Azul’.
María José Gea comenta que al reducir el consumo de agua se logran ahorros en producción. Si se integran productos concentrados o anhidros en el catálogo, estos suelen tener formatos más pequeños, y por ende envases más reducidos. Esto conlleva a menores costos de distribución y un bajo impacto ambiental.
En la actualidad, de acuerdo con Mintel, los consumidores de cosméticos naturales consideran importante que un producto sea bueno para la piel y para el planeta. Para seguir la tendencia Blue Beauty y posicionarse en ese mercado, Mentactiva comparte siete estrategias:
- Usar materiales biodegradables. Evaluar las condiciones biodegradables de ingredientes y materiales para que la marca tenga un discurso honesto. Se debe comunicar al usuario si la biodegradabilidad del producto se realiza en condiciones aerobias o anaerobias.
- Respetar y valorar el origen. Es necesario saber qué impacto ambiental y social tienen las materias primas, cuánta agua se necesita para su cultivo. Hay casos en los que se deforesta para cultivarlas, o se usan métodos poco eficaces para obtener los productos naturales. Por lo tanto, tienen una sostenibilidad muy baja.
- Reflexionar sobre el uso de ingredientes que en su etapa posconsumo beneficien al suelo o al medio acuático. No se trata sólo de compensar nuestra huella hídrica, nuestra huella de carbono o de ser Zero Waste. También se trata de buscar ingredientes, estrategias y acciones con un impacto positivo en el medio ambiente y en el entorno socioeconómico.
- Cerrar el círculo. Esto se puede hacer recurriendo a ingredientes y envases Upcycled. Esta estrategia también es tendencia, se trata de recurrir a la economía circular para mejorar el impacto que tiene nuestro producto en el ambiente.
- Crear productos con baja huella hídrica. Analizar el ciclo de vida del producto ayuda a ver dónde se puede disminuir la huella hídrica. Se pueden formular productos que necesiten de poca agua en el enjuague para reducir el impacto en la etapa de consumo. Otro ejemplo son los geles que no producen espuma para que el enjuague sea menor. También los productos que ayudan a espaciar el lavado del cabello, como el champú en seco. Las fórmulas anhidras de igual manera son una alternativa.
- Unirse a organizaciones que actúen para proteger el medio ambiente. Emprender acciones de campo con estas organizaciones, o incluso donar una parte de la venta o beneficios de la marca. Es una estrategia fundamental para muchas marcas Blue Beauty en su camino hacia un impacto neutro. Incluso para sobrepasarlo y apuntar hacia un impacto positivo.
- Piensa. Crea. Innova. Analizar qué más se puede hacer para que la marca o el producto generen un impacto positivo en el entorno. Blue Beauty también se basa en un proceso de mejora continua, de buscar constantemente la innovación. Se trata de impulsar nuevas estrategias para generar acciones positivas para el entorno.
*María José Gea, directora de Contenido de Mentactiva, escuela de formación 100% online, impartió la videoconferencia “Blue Beauty y la huella hídrica en cosmética”, en el Green Beauty Congress 2021, organizado por el Beauty Cluster Barcelona.