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    Armonización regulatoria en la industria cosmética de América Latina

    Regulación industria cosmética en América Latina

    América Latina se consolida cada vez más como un verdadero polo de desarrollo para la industria cosmética. Este noble sector ha crecido de forma exponencial en los últimos años, llegando a ocupar el cuarto lugar a nivel mundial, por detrás de los Estados Unidos, la región Asia-Pacífico y Europa.

    El mercado mundial de cosméticos tiene un valor estimado en 180,000 millones de dólares, con un crecimiento anual de 6% en los últimos años, de acuerdo con el Consejo de la Industria de Cosméticos, Aseo Personal y Cuidado del Hogar de Latinoamérica (CASIC). Esto significa que América Latina tiene la capacidad de elaborar productos cosméticos y de insertarse exitosamente en un contexto global.

    Las cifras anteriores se pueden explicar por el empleo asiduo de productos cosméticos en la región: somos ávidos consumidores de productos de aseo personal, cuidado del cabello y fragancias, sin descuidar los cosméticos de color. Además, muchos de estos consumidores son más exigentes y buscan productos multifuncionales y empresas solidarias que establezcan compromisos con el medio ambiente.

    Avances en la adopción de mejores prácticas

    Si miramos la evolución que ha tenido la industria cosmética en los últimos 20 años, nos percataremos de que América Latina ha tenido avances importantes en la adopción de mejores prácticas regulatorias internacionales.

    Gracias al esfuerzo continuo del sector privado y de las agrupaciones de productos cosméticos, tanto locales como regionales, hoy contamos en la mayoría de los países latinoamericanos con una definición armonizada de cosméticos, el reconocimiento automáticode listados internacionales, así como avances significativos en la supresión de ciertas barreras al comercio como los Certificados de Buenas Prácticas de Manufactura.

    Sin embargo, existen otros ejemplos de buenas prácticas que aún no han sido adoptadas en su totalidad; es el caso de los tiempos de obtención de registros sanitarios, y esto ocurre en algunos países de la zona.

    Por consiguiente, es de suma importancia redoblar los esfuerzos de promoción y adopción de las prácticas regulatorias que aún están pendientes, a través de un diálogo constante, franco y abierto de nuestras industrias con las autoridades sanitarias y de comercio, teniendo en cuenta en todo momento las particularidades de los bloques comerciales de la región.

    La convergencia de criterios y procesos elevará la competitividad de la región

    En Latinoamérica se distinguen tres bloques comerciales, en los cuales se han tenido avances significativos en la simplificación y armonización:

    Mercosur. Integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Se ha eliminado el requisito de Certificado de Libre Venta (CLV) intrazona, o la eliminación de las fórmulas consularizadas.

    Comunidad Andina. Conformado por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. En noviembre de 2019 se aprobó la norma Decisión 833Armonización de legislaciones en materia de productos cosméticos— la cual fomenta la convergencia regulatoria, ratifica el sistema de vigilancia en el mercado, elimina el requisito del CLV y simplifica los procesos en general.

    La Decisión 833 está en proceso de aprobación en los Congresos de algunos países miembro, y se estima que podría entrar en vigor en marzo de 2021. Lo anterior sienta las bases para que el sector del cuidado del hogar sea el próximo en tener un capítulo de cooperación regulatoria dentro del marco de la Alianza del Pacífico.

    En una coyuntura tan especial como la que estamos viviendo, es necesario insistir y profundizar en la integración regional, pues América Latina aún presenta bajos índices de comercio interregional.

    La fragmentación del espacio en distintos bloques conlleva una pérdida de competitividad, por lo que en el futuro sería posible (y deseable) una convergencia entre grandes bloques, como la Alianza del Pacífico y el Mercosur, lo que representaría alrededor del 80% del PIB y de la población regional.

    Decálogo regulatorio

    En líneas generales, podemos resumir en diez puntos estratégicos las mejores prácticas regulatorias:

    1Contar con una definición armonizada de cosméticos en todos los países: esto permitirá una adecuada convergencia regulatoria y establecerá las bases para modelos de reconocimiento.
    2Diferenciar el marco regulatorio entre productos cosméticos y el resto de categorías de productos.
    3Promover la eliminación de autorizaciones previas para la comercialización de productos cosméticos.
    4Establecer un sistema de vigilancia en el mercado: con esta medida podremos optimizar los recursos y aumentar la competitividad.
    5Eliminar el requisito del Certificado de Libre Venta en países donde aún lo soliciten.
    6Armonizar el etiquetado de productos cosméticos, de preferencia en toda la región de América Latina (como lo hace al día de hoy la Unión Europea, por ejemplo).
    7Reconocer los listados de ingredientes aprobados, restringidos o prohibidos de las referencias regulatorias globales (EE.UU./Europa).
    8Reconocimiento de las Buenas Prácticas de Fabricación, con base en las normas internacionales.
    9Fomento de la innovación e investigación, incorporando nuevos ingredientes y tecnologías de eficacia comprobada.
    10Aseguramiento de la seguridad y eficacia de los productos cosméticos, a través de pruebas adecuadas y pertinentes basadas en la ciencia avanzada.

    Reflexiones finales

    La industria de productos cosméticos en América Latina ha registrado crecimientos meteóricos en los últimos años, hasta colocarse en la cuarta posición a nivel mundial. Esto ha sido posible por el esfuerzo y dedicación tanto de las empresas como de las cámaras locales y regionales.

    A pesar de los desafíos, el sector sigue mostrando resiliencia y un futuro prometedor. Para lograr una convergencia regulatoria es de suma importancia el trabajo conjunto entre sector privado, cámaras y autoridades; sólo así podrán adoptarse las mejores prácticas, evitar los obstáculos al comercio y reforzar aún más la fuerza y vitalidad de la industria cosmética en un ámbito global y digital.

    De esta manera, es imprescindible actualizar los marcos regulatorios de los países latinoamericanos, en función de las necesidades y realidades del Siglo XXI, para reflejar de forma adecuada los avances en investigación e innovación cosmética.

    Por último, debemos pugnar porque la industria cosmética garantice en todo momento la seguridad y eficacia de nuestros productos ante un consumidor cada vez más informado y demandante de productos de alta calidad.

    Fabián Flores

    Director Científico y de Asuntos Regulatorios en L’Oréal

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