Como principal productor mundial de artículos de belleza, Europa ha sido líder en regulaciones para la industria cosmética y ha marcado pautas a seguir en diversos temas. El Pacto Verde Europeo, presentado en diciembre de 2019, seguramente no será la excepción.
La Unión Europea (UE) ha puesto en el centro de las políticas públicas el cambio climático y la crisis ambiental global. Su meta es que para 2050 el continente europeo se convierta en el primero en el mundo en ser climaticamente neutral: dejará de emitir gases de efecto invernadero.
Esta ambiciosa meta no está exenta de desafíos, pues una tarea de estas dimensiones requiere de acciones que cubran todos los aspectos de la sociedad y la economía. Todos, sin excepción, tendrán que poner su granito de arena para que esto sea una realidad.
Si bien el Pacto Verde Europeo no es una ley, se espera que desencadene una serie de cambios legislativos en todos los ámbitos. En principio, la Ley Europea del Clima que se encuentra en negociaciones entre los 27 países miembros de la UE, tendrá que estar aprobada a finales de este 2021.
Upcycling: el principio de la belleza circular
Ya en marzo del año pasado, la Comisión Europea adoptó un Plan de Acción de Economía Circular, como un pilar del pacto. Y en octubre de 2020 lanzó la ‘Estrategia de productos químicos hacia un entorno libre de tóxicos’ (CSS), como primer paso para transitar a un entorno libre de sustancias tóxicas.
La Estrategia busca eliminar el uso de las sustancias químicas nocivas de productos de consumo como juguetes, artículos de puericultura, cosméticos, detergentes, materiales en contacto con alimentos y productos textiles. “Salvo que se demuestre que son esenciales para la sociedad y se asegure que todas las sustancias químicas se utilizan de manera segura y sostenible”, remarca la CSS.
Ingredientes ‘esenciales’ y ‘no esenciales’
Esta es quizá una de las preocupaciones más importantes para la industria cosmética con respecto al Pacto Verde Europeo y sus disposiciones. La International Fragance Association (IFRA) tomó con cautela la publicación de la CSS, y expresó su interés de no agregar incertidumbre al cambiante entorno económico impactado por el COVID-19 y el Brexit.
En una carta enviada a la Comisión Europea, el Consejo Europeo de la Industria Química (CEFIC), la IFRA y otras 17 asociaciones industriales, solicitaron que la CSS no conduzca a cambios en la legislación sobre productos químicos REACH de la UE.
También la Cosmetics Europe ha dicho que en representación de la industria cosmética europea buscará que sus productos sean considerados esenciales para la vida de las personas, lo que implicará una regulación diferente a los productos no esenciales.
“Se espera que la Comisión dé mayor margen regulatorio a los ingredientes esenciales, en contraposición a los no esenciales. Los ingredientes considerados no esenciales se enfrentan a un enfoque regulatorio más estricto”, enfatiza Guillaume Audy, director de Comunicación Corporativa y Sostenibilidad en Iberchem.
El directivo añade: “Entonces, la pregunta principal es qué se considera esencial y qué no dentro de la industria de la belleza y cosmética. El sector tendrá que trabajar duro para involucrar a los funcionarios de la UE en el tema de la esencialidad”.

La industria cosmética europea
- Europa es el principal productor mundial de cosméticos con 79,800 millones de euros en 2019 (Cosmetics Europe).
- La fabricación de productos cosméticos en Europa aporta 11,000 millones de euros directamente y 18,000 millones de euros indirectamente a través de la cadena de suministro.
- Proporciona empleo a 2 millones de personas en toda Europa; 197,000 directos y 1.63 millones indirectos.
- Las pequeñas y medianas empresas impulsan este sector con 5,800 Pymes. Francia, Italia y Reino Unido son los países con más Pymes en el sector, seguidos de Polonia y España.
La realidad es que la transición de las empresas hacia una economía circular requiere de cambios estructurales en varios niveles. A decir de Jordi Oliver, CEO en Inèdit, firma de ecoinnovación estratégica, el cambio afecta las estrategias de producto o servicio, los procesos productivos, la estrategia de suministro, la estrategia organizativa, el modelo de negocio, entre otros.
“Estos son enormes retos empresariales, pero también sociales, tecnológicos y de la gestión pública. Sin embargo, permitirían aprovechar las oportunidades de la economía circular: una oportunidad de 4.5 billones de dólares. Por lo tanto, representa un gran potencial para el crecimiento económico global y de aceleración de la sociedad hacia un futuro sostenible”, comenta Jordi Oliver a Perfumería Moderna.
Para cada sector industrial las prioridades serán distintas. En la industria automotriz, por ejemplo, la clave está en la circularidad de los materiales. En cambio, para la industria cosmética y de cuidado personal la prioridad está en los envases, la logística, el origen de los consumibles (ingredientes), la transparencia y sostenibilidad de la cadena de valor.
De acuerdo con Jordi Oliver, para el sector cosmética hay tres grandes ámbitos de actuación:
1 La visión de ciclo de vida de los sistemas de envasado permite optimizar los envases en diferentes variables: formato, materiales, aplicaciones, comunicación al usuario y reciclabilidad, entre otras estrategias. 2 La cadena de valor de los ingredientes: origen, sistemas de cultivo, procesado y composición de los principios activos y excipientes, con especial auge de la preocupación por los microplásticos. 3 Las operaciones vinculadas a la distribución presentan también oportunidades para la circularidad: residuos asociados a la Publicidad en el Lugar de Venta (PLV), la logística de última milla vinculada al crecimiento del canal online, o el rol del retail en sistemas de recolección selectiva, retorno y reutilización de envases, entre otros.
La hoja de ruta hacia 2050
Los plazos para alcanzar la meta ya están previstos. La Comisión Europea estima que la transformación de un sector industrial y su cadena de suministro tardará al menos 25 años. Según advierte Guillaume Audy, en los próximos cinco años se deberán tomar las decisiones pertinentes para alcanzar con éxito el 2050.
Frente a esta inminente transformación, el directivo de Iberchem señala que lo importante es que la industria cosmética colabore de manera constructiva al debate, ya que se están preparando cambios al marco legislativo para plásticos biodegradables y se impondrán medidas a los plásticos de uso único.
Y es que una de las metas de la Comisión Europea es lograr que todos los envases y embalajes utilizados en la UE sean reusables y reciclables antes del 2030. Además, es muy probable que la CSS aporte nuevos cambios a la legislación sobre productos de cosmética y belleza.
“Esto tendrá sin duda un gran impacto en la manera en la que se fabrican muchos productos de cuidado personal o de cosmética, ya que al día de hoy la gran mayoría siguen siendo de uso único”, explica Guillaume Audy en correo electrónico a Perfumería Moderna.
Con el Pacto Verde Europeo, la industria cosmética más grande del mundo está liderando el camino hacia una economía de cero emisiones. Es necesario aprender de sus pasos, porque es previsible que esa transformación llegará tarde o temprano al resto del mundo.
¿Cómo enfrentar el cambio? Jordi Oliver, CEO en Inèdit, considera que cuando aumentan los estándares de sostenibilidad en un sector, es motivo de celebración. Sin embargo, también implica que habrá ciertos parámetros que dejarán de aportar un valor diferencial. La línea de actuación en el futuro estará ligada a la transparencia y a la honestidad. Si una empresa está en proceso de cambio, debe verlo como algo positivo. Por lo tanto, debe comunicar las intenciones y acciones de cambio desde la realidad y la transparencia. Co-creación y cadena de valor colaborativa. Entramos en una era en la que la relación cliente-proveedor basada en la exigencia va quedando atrás. En su lugar aparecen las innovaciones co-creadas y pensadas para el conjunto de la cadena, creando así una cadena de valor cada vez más colaborativa. La medición es fundamental para gestionar el cambio. Hay muchos parámetros para medir la sostenibilidad, pero quizá la huella de carbono sea el más avanzado en la actualidad. Disponer de métricas permite a las empresas fijar objetivos para disminuir la huella de carbono e identificar los principales focos de emisión (directos [procesos internos] o indirectos [proveedores]).
Esto ayuda a centrar los esfuerzos en la mejora. También pueden establecerse otras métricas de circularidad relativas a la cadena de valor: certificaciones, número de proveedores certificados, trazabilidad, etc.; métricas sobre sistemas de envasado: porcentaje de material reciclado, reciclabilidad, reutilización, etc.; métricas de flujo que definan la linealidad o circularidad de los procesos productivos.